jueves, 3 de mayo de 2001

La primera redacción de eolapaz




No existe el destino pero los hechos nos conducen. Y tras decisiones e imposiciones banales suele surgir parte de nuestro futuro.


Todo había comenzado en 2001. Era la necesidad de mantener el contacto fuera del aula, de extender aquellas paredes y ofrecer recursos que facilitaran el aprendizaje. Pero no era solo. De que servia una enseñanza de una sola dirección?, porque no sacar a la luz el talento creativo de aquellas chicas y chicos?, porque debía ser yo su única fuente de conocimiento?.
Ya había experimentado aquel afán de aventura en una revista de papel que había nacido en 1989 y había durado 6 años. Pero eran otros tiempos. Carlos Casado, un alumno extraordinario había comenzado a diseñar conmigo una rudimentaria web en front page, alojándola en servidores gratuitos. Hasta que en 2001 comenzamos a aprender html, contratar un servidor y publicar pequeños artículos y materiales diversos.
Pero en 2001 todo cambió. Un concurso nacional de periodismo, “El País de los estudiantes” y un proyecto de periodismo cántabro, “Interaulas” me abrían la posibilidad de convertir mi aula en un periódico, y hacer que mis estudiantes comenzarán a conocer el mundo, por sus propios medios. Conocer, descubrir, crear, compartir.
Solo necesitaba una redacción con la que arrancar. Hasta que Esther apareció en el umbral de mi aula.




“Mi primer día de clase de bachiller fue inhóspito, algunos de mis amigos no estaban conmigo. Otros grupos cobijaban a mis compañeros de ciencias o de sociales, aquellos que me habían acompañado en secundaria. Era casi el final de la mañana y continuaba el tedioso desfile de áreas y materias. Con su mejor buena fe los profesores entraban y salían explicándonos las virtudes de lo que iba a ser nuestro trabajo durante aquel año, lo duro que seria el curso, el esfuerzo que esperaban de nosotros, lo esencial que era para nuestro futuro, la selectividad que nos esperaba a la vuelta de la esquina... Cuando ya casi acababa aquella primera mañana se presento el último, el de economía, con la fobia que yo siempre le he tenido a las matemáticas. Despacho la presentación en cinco minutos. Casi ni nos explico su asignatura. Saco un papel arrugado del bolsillo trasero de su pantalón y nos dijo que íbamos a fabricar un periódico. Si me pinchan no sangro. ¿Qué relación podía tener aquello con la asignatura. “El trabajo que realizaremos influirá en vuestra nota al ser calificada cada tarea encomendada...”. Yo no salía de mi asombro, definitivamente me había tocado el lunático del colegio.




Comenzó a leer aquel papel y a desgranar temas de actualidad repartiendo aquellos reportajes, explicando las condiciones técnicas del trabajo y exponiendo el enfoque que deberíamos aplicar a cada uno, entre el asombro de algunos de mis compañeros y el entusiasmo de otros. No era posible, no me podía estar ocurriendo eso a mi, si yo solo quería aprobar y no meterme con nadie. Pero no, definitivamente no me iba a librar. Cuando aquella tarde mi madre me preguntó por mi primer día de clase.... no supe que decir. El segundo día fue aun más inquietante. Todo discurría normal, dio clase, nos explico y cuando faltaban apenas 15 minutos nos fue llamando a su mesa uno a uno para discutir con nosotros parte de nuestros artículos. “La mejor manera de aprender a leer es escribir, la mejor forma de entender el mundo que sirve de escenario a la economía es diseccionarlo. Quiero que averigües por que van a cerrar la fábrica de Fontaneda, necesito dos páginas. Ah, y ponte de acuerdo con Rubén, el es el encargado de preparar el material gráfico”. De pronto vi en aquellos ojos el porque de tanta excentricidad. Al cabo de dos días había nacido “Maria se queda huérfana”, mi primer articulo.




Tras él casi veinte más en dos años, algunos para interaulas, un proyecto de periodismos de la avocación de la prensa y la consejeria de educación.
Parte de los artículos los preparábamos para concursar en la primera edición nacional de El País de los estudiantes., un concurso nacional que pretendía mostrar periódicos digitales de casi tres mil colegios de España. Quedamos entre los veinte primeros de España, como en los dos años siguientes. Fue un éxito y una gran experiencia.
Pero no era lo único que nos gustaba. La mayoría del trabajo era para una rudimentaria revista, eolapaz. El quería que nos volcásemos en aquel proyecto, y eso si que era excitante, preparábamos mucho material, con el vértigo de tenerlo listo en fechas concretas, en las que nuestros compañeros leían lo que escribíamos, hubiera exámenes o lo que fuese.

Cada pocos días nos reuníamos de forma oficial, discutíamos lo que queríamos hacer, criticábamos los de otro compañero, o nos enfadábamos con alguno, que apurado por el apremio decidía usar el trabajo de otro, y copiar algún texto de la red. Pero sobre todo nos conocimos, nos integramos y nos ilusionamos.
Pasábamos tardes enteras en al aula de informática, charlando, escribiendo o buscando. Aquello más que un periódico era una tertulia. Además algunos colaboraban con en él en la realización de un “programa de radio” semanal que se emitía por la megafonía del colegio. Aquel vértigo era especial. Cuando pasaron solo unas semanas, la nota, los premios de algunos concursos, o las ausencias de clase “hoy no puedo ir a mates, hay reunión de redacción a las 10,20”, fueron lo de menos.
Nos gustaba nuestro trabajo. Buscar, discutir, maquetar, redactar. En el cole éramos los del periódico. Algunos profesores se quejaban de lo que aquello nos absorbía, pero como las notas no fallaban, no pasaba nada.
Un día llegó nuestro primer premio, Katy y Ana responsables de interaulas se presentaron en el colegio, ellas y nuestro profesor estuvieron una hora con nosotros en la biblioteca, explicándonos como afrontar nuestro trabajo y discutiendo los fallos y aciertos de lo que habíamos realizado. Pero sobre todo nos reímos, y nos sentimos importantes. Aquellas dos chicas me fascinaron Recuerdo que una vez el colegio tuvo una caída de red, habíamos quedado con ellas en mandar aquella mañana nuestros artículos, y no teníamos conexión a internet. Nos saco de clase, nos envió a varias a mi casa, mientras los demás se iban con el a un ciber y enviaban el material, terminamos aquella mañana 17 artículos.




La primera redacción de eolapaz, tras su triunfo en la
primera edición de "El Pais de los Estudiantes"



Ha pasado algo de tiempo, y ya no estoy en Torrelavega. Los del periódico seguimos en contacto, aunque la distancia hace mella. Yo estoy en Sevilla, otros en Santander, en Madrid, en Oviedo... Pero todos cerca. Hace dos años muchos se reunieron para rodar un documental sobre aquella aventura.

Aun sigo recordando como aprendimos, y lo importante que fue, cuando éramos unos crios. Aun recibo sus correos como ese en que me pedía hace unas semanas un nuevo trabajo, el que refleje lo felices que fuimos. Ahora están en otra época. Han pasado dificultades pero están. Muchos de los que vinieron detrás y fueron tan importantes ya se han ido. Hay nuevos alumnos dentro de eolapaz y nuevas redacciones de “El País de los estudiantes”, pero con la misma ilusión que tuvimos nosotros, con el mismo esfuerzo.

Incluso mantengo el contacto con gente de otros institutos, a los que conocimos por su trabajo en la revista. Fueron buenos tiempos, fueron grandes tiempos.”


No hay comentarios:

Comparte en las Redes

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...