lunes, 16 de mayo de 2016

Básico 16. La oposición al franquismo


La oposición social tuvo tres motores fundamentales que se fueron relevando con el transcurso del tiempo, al menos en cuanto a su influencia relativa. La Iglesia se distanció del régimen, siendo constantes, a partir de entonces, las fricciones con el mismo. Una parte de la Iglesia católica, cada vez más numerosa, no sólo se distanciaba del régimen, al hilo de lo apertura acordada en el Concilio Vaticano II, sino que también lo critica y pide cambios. Son los años de la HOAC , del JOC y USO, años en que las iglesias sirven de refugio a los obreros y estudiantes, años en los que es habitual la figura del "cura rojo". Estos sindicatos de inspiración católica van a servir de lanzadera del movimiento obrero. En el mundo universitario se generalizaron las protestas contra el régimen. En febrero de 1965 hubo una serie de manifestaciones contra la falta de libertad en la universidad que en algunas ocasiones fueron encabezadas por profesores, los cuales fueron separados de la cátedra, otras veces esas revueltas estudiantiles coincidieron y se unieron a las obreras como en 1969 lo que llevó al régimen a proclamar el estado de excepción 





La estructura política autoritaria del régimen de Franco era incapaz de resolver armónicamente la alta conflictividad que una sociedad en transformación acelerada estaba generando: surgió un sindicalismo ajeno al oficial - primero de carácter religioso; HOAC y JOC, después sindicatos de clase como CCOO que se infiltró en los sindicatos verticales y aumentó la conflictividad laboral, las huelgas. Las huelgas obreras se multiplicaron y al final del periodo tuvieron especial importancia las denominadas "huelgas por solidaridad" que rebasaban el campo de lo estrictamente laboral para significar que el principal factor de conflictividad no era el trabajo, sino el régimen político.
Al principio de la década de los cincuenta había llegado al ministerio de Educación Joaquín Ruiz Giménez, procedente de Acción Católica, pero muy relacionado con los intelectuales de la época. Este promovió una línea aperturista en la Universidad; ese aperturismo fue declarado culpable de los disturbios universitarios de 1956. La muerte de Ortega y Gasset fue la ocasión para celebrar un congreso de estudiantes, al margen del sindicato universitario oficial (SEU), controlado por la falange. El enfrentamiento entre ambos grupos degeneró en conflictos callejeros. Como consecuencia de ello fueron detenidos algunos dirigentes universitarios pero de familias falangistas (Victor Pradera, Ramón Tamames, Enrique Múgica... que luego van a desempeñar un importante papel político en la transición). Junto a ellos fueron detenidos otros falangistas como Rafael Sánchez Mazas o Dionisio Ridruejo. Los incidentes de 1956 son considerados un punto de inflexión en la conflictividad del régimen. A partir de aquí, la verdadera oposición al régimen la van a ejercer los movimientos sociales.
LA OPOSICION AL FRANQUISMO
La dictadura de Franco, como toda dictadura, se caracteriza políticamente por la concentración de poderes en el Caudillo, la prohibición de los partidos políticos y sindicatos de clases y la ausencia de derechos y libertades para los ciudadanos. Terminada la guerra no llegó la paz, sino la victoria, siendo el gran objetivo del franquismo eliminar los aspectos políticos y sociales que había representado la segunda república. Dentro de este contexto la eliminación de la oposición tuvo un papel importante. Para llevar a cabo esa labor y neutralizar a la oposición se siguen dos instrumentos; la represión y la propaganda, combinándolos siempre, pero con el protagonismo de uno sobre el otro dependiendo de las circunstancias. La alternativa democrática que representaba la segunda república para resolver los viejos problemas españoles, desde un punto de vista regeneracionista, y de paso conseguir la modernización de España fracasó en una situación fuertemente polarizada que nos condujo a la guerra civil. Ésta es ganada por los autodenominados nacionales, estando al frente de la dictadura instaurada cerca de cuarenta años. (1939-1975).

  
CARACTERÍSTICAS GENERALES

Las características y el tono general de la oposición al franquismo va a ir cambiando a lo largo de los cerca de cuarenta años que dura el régimen. Si en un primer momento el protagonismo va a recaer en la oposición exterior, la que se encontraba en el exilio, los partidos que habían formado parte de la república, a partir de 1951 está va perdiendo fuerza y va a ser sustituida progresivamente por la interior, además de tener más protagonismo los movimientos sociales que los propios partidos políticos. La respuesta del régimen va a seguir un proceso paralelo; hasta la década de los cincuenta la represión va a ser durísima, para relajarse a partir de aquí, hasta el final del régimen que vuelve a recrudecerse.

No obstante, la oposición va a presentar algunas características invariables a lo largo del periodo. Por un lado, la división y las tensiones internas son muy frecuentes, al igual que había pasado en la época de la república, estableciéndose dos grupos diferenciados claramente, uno liderado por el PCE que intenta aglutinar a toda la oposición y otro liderado por el PSOE que intenta excluir al PCE y restarle protagonismo. Por otra parte, desde el principio se va a establecer una dicotomía clara entre la oposición del interior y la del exterior, triunfando la primera.

1939-1951. MAQUIS Y REPRESIÓN

Son los años de la autarquía, de la miseria, la pobreza, el estraperlo, las cartillas de razonamiento y de la brutal represión. Franco somete a la oposición a una represión durísima con un carácter militar, de tal forma que Paul Preston llama a esta etapa la del "terror estatal". Por otra parte, la oposición tiene la esperanza que primero la segunda guerra mundial y después el aislamiento internacional sean las circunstancias propicias para acabar con el régimen. Es delito no sólo participar en un partido o asociación que no estuviera integrado en el movimiento, sino también la crítica a la iglesia, al régimen o la participación en huelgas o manifestaciones. Estos delitos políticos son juzgados por los tribunales militares. En el interior aparecen "Los Topos" y guerrilleros que huyen de la represión del régimen y albergan la esperanza de su derrota, refugiándose en la montaña; los maquis. Estos maquis van a sufrir posteriormente un proceso de degeneración acercándolos a formas de bandolerismo. A partir de 1951 fueron erradicados pero entre 1939 y 1951 hubo unos 10.000 maquis en España fundamentalmente en las zonas montañosas de Asturias, León, Sistema Ibérico y Andalucía. En 1944 el PCE organizó una especie de ejército con maquis y guerrilleros que pretendían invadir y "liberar" a España entrando por los Pirineos desde Francia. La operación fracasó y fueron derrotados en el Valle de Aran. Fundamentalmente, comunistas y anarquistas fueron las fuerzas que en los años cuarenta tomaron parte en la resistencia armada al régimen franquista.
En lo que respecta a la fuerzas que apoyan al régimen hubo poca disidencia. Algunos brotes en los falangistas que se oponían a su absorción dentro del "movimiento nacional" que fueron cortado de raíz y el intento de los monárquicos agrupados en torno a D. Juan de Borbón de volver a una monarquía constitucional, opción apoyada por las potencias internacionales y hecha pública a través del Manifiesto de Laussana, en 1945. En Agosto de 1945 se nombra en México un nuevo gobierno republicano. Pero pronto surgieron divisiones internas, el tema central de discusión era si la oposición al general Franco debía plantearse desde unas premisas estrictamente republicanas o no. La estrategia del PSOE llegaba, incluso, a contemplar la posibilidad de una colaboración con los monárquicos, como querían las potencias democráticas.

1961-1962. LA OPOSICION DE TRANSFORMA

Las circunstancias internacionales cambian bruscamente la situación interior. La guerra fría hace que progresivamente se vaya acabando el aislamiento internacional de España y por tanto la esperanza de que las potencias internacionales obligaran a Franco a abandonar la dictadura militar. La represión también se relaja, los tribunales militares son sustituidos por tribunales de orden público (TOP). La hegemonía de falangistas y católicos tradicionales dejan paso a los tecnócratas del Opus Dei. El año de 1956 se considera como el punto de inflexión en la oposición al régimen. A partir de ese momento se evoluciona hacia formas más sociales, centrándose en la movilización de sectores católicos, el mundo universitario, además de la participación de los intelectuales, los trabajadores, y algunos sectores del nacionalismo periférico, por este orden. En 1956 ocurren disturbios y manifestaciones en el mundo universitario. El movimiento obrero expresará su disconformidad con el régimen por medio de la actividad huelguística. El plan de estabilización empeoró las condiciones de vida de los trabajadores y en 1962 hay un rebrote de huelgas mineras en Asturias; la lucha obrera iniciaba su andadura. En Cataluña y en el País Vasco fueron las zonas donde la oposición fue más activa. En 1959 y 1960 hubo protestas en Barcelona; Jordi Pujol fue detenido y se convirtió en la figura más destacada del catalanismo. En el País Vasco apareció ya en estas fechas una actitud contestaria en el clero y el nacionalismo se radicalizó profundamente, en 1959 nace ETA como una escisión del PNV.
Pero, insistimos, la novedad más importante en lo que se refiere a la oposición durante estos años fue la aparición de nuevos grupos en la segunda mitad de los años cincuenta, como consecuencia de los sucesos universitarios de 1956, empezando a ganar protagonismo la oposición interior de carácter social y perdiéndolo los partidos políticos y, sobre todo, la oposición en el exilio.

La izquierda, el PCE sobre todo, acuñaron en esta etapa el concepto de “Reconciliación nacional”, a la vista de su fracaso militar. Este término significa que había que superar el franquismo y tras un gobierno provisional, llegar a una democracia con la participación de todas las fuerzas y superando el enfrentamiento surgido en la guerra civil. Esta idea es expresada por Azaña en su famoso discurso de Barcelona en 1938; el de las tres "P"; paz, piedad y perdón. Luego el PSOE en la década de los cuarenta intentó llevarlo a cabo y llegó a establecer conversaciones con los monárquicos de D. Juan, pero también fracaso. El PCE lanzó esta idea a partir de la década de los cincuenta y la quiso plasmar en una llamada jornada de Reconciliación nacional que tuvo lugar el 5 de mayo de 1958. La iniciativa resultó un rotundo fracaso. Habría que esperar hasta la llegada de la transición para que esta idea se impusiera en la sociedad y en la política española. El partido comunista, surgido de una escisión del PSOE en la década de los veinte, empezó a tener protagonismo en la guerra civil, gracias a sus relaciones con la URSS y al apoyo que ésta le prestó a la República española. Durante la dictadura fue el partido hegemónico, el más activo y el que consiguió movilizar a un número mayor de ciudadano. Las adhesiones venían no solo del mundo comunista, sino de casi todos los sectores opositores al franquismo. Su predominio fue tal que durante la última etapa del franquismo, se le llamaba "El partido". Durante la transición jugó un papel muy importante y su concepto de "reconciliación nacional" lo llevó a la práctica. No se puede entender la transición española sin el apoyo y la moderación del PCE. No obstante, en esta transición perdió la batalla por la hegemonía de la izquierda con el PSOE. Ello se explica entre otras causas, por la pérdida de influencia y de prestigio del comunismo en la escena internacional, por la mayor moderación del PSOE y por el mayor acercamiento de este a las clases medias. En la actualidad es el partido hegemónico de IU; la segunda fuerza de izquierdas en la política española.


1962-1973. LA OPOSICION DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Es la década del gran desarrollo económico, pero también de los grandes cambios sociales, culturales y políticos. El régimen que cambia el lastre del nacionalismo católico por el desarrollismo no está dispuesto a abrirse políticamente a formas más acorde con este desarrollo económico, social y cultural. La oposición, por tanto, conoce un desarrollo espectacular. Las tendencias que se apuntaron en los años cincuenta se consolidan. El protagonismo de la oposición interior es abrumador. El régimen se hace más permisivo, más seguro como está en esta época de bonanza económica, pero sobre todo se pasa definitivamente de una oposición de carácter político a otra con un carácter más social. Una oposición cuyos miembros no tenían nada que ver con los vencidos en la guerra civil.

Por lo que se refiere a las fuerzas políticas siguen destacando el PCE y el PSOE. El PCE, el más activo, utilizó a CCOO y las huelgas obreras como elemento desestabilizador del sistema y la estrategia de "reconciliación nacional"; unir a todo el país bajo un gobierno provisional que convocase elecciones para decidir el sistema de gobierno. En 1963 su militante Julian Grimau fue ejecutado, sería la última víctima mortal de la represión, a partir de aquí la represión se hizo más legal como el proceso 1001 en el que numerosos dirigentes de CCOO fueron condenados a la cárcel. La desestalinización en Rusia, la invasión de Hungría, el eurocomunismo... provocaron una profunda división en su seno y la expulsión de destacados dirigentes, siguiendo Santiago Carrillo como líder claro. El PSOE también sufrió una profunda división. La dirección del partido, residente en el exterior, mantenía posiciones ancladas políticamente en la Segunda República y en la guerra Civil. El sector del interior era más realista propugnando la colaboración con todos los grupos políticos y la monarquía parlamentaria como opción más viable. El triunfo del sector del interior (Felipe González, Guerra, Redondo...) sobre el del exterior (Llopis) se producirá en en 1974, en el Congreso de Surennes. Los nacionalismos periféricos, sobre todo el catalán y vasco, unieron sus reivindicaciones nacionalistas con las demandas democráticas. En el centro político aparecieron partidos como los democristianos de Gil Robles, los liberales de Dionisio Ridruejo, los monárquicos de D. Juan, los socialdemócratas de Ruiz Giménez...Por otra parte, empezaron a aparecer grupos terroristas que cometían acciones de ese tipo como ETA, FRAP, GRAPO...La clase media en un proceso denominado "fascismo de consenso" por Renzo, mezcla de conformismo y adaptación que la caracterizó desde mediados de los cincuenta, no se sumó a ninguno de los partidos de la oposición.

EL CONTUBERNIO DE MUNICH

Denominador común de todos los grupos opositores va a ser el europeismo de todos sus componentes. El tratado de Roma se ha firmado en 1959 y se ha creado la CEE, Europa se presentaba entonces como un ideal de convivencia democrática.
La reunión de Munich de un centenar de personas procedentes del exilio y del interior fue el acto más sonado de oposición política en los años sesenta. Su objetivo era debatir una resolución sobre "España y Europa", pero tuvo una significación especial no sólo para demostrar que los propósitos de la oposición resultaban coincidentes con las instituciones de la Europa que está naciendo, sino, sobre todo, porque por vez primera se daba la impresión de que había cicatrizado definitivamente la Guerra Civil entre los españoles. Los tres personajes más importantes en la reunión, Rodolfo LLopis, Joaquín Ruiz Giménez y Salvador de Madariaga, procedían de mundos políticos distintos y simbolizan un primer intento de coincidencia entre los socialistas y los monárquicos, que luego no va a tener continuidad, pero sobre todo representa un intento de superar el franquismo por el consenso y la moderación; la vía que quince años más tarde será la utilizada. El partido comunista y el FELIPE no acudieron. La reacción del franquismo no se hizo esperar y pareció desproporcionada. Se suspendió parcialmente el fuero de los españoles y los asistentes procedentes de España fueron obligados a exiliarse o fueron confinados, mientras que se organizaban manifestaciones contra esta supuesta injerencia exterior con la colaboración interna, importante fue la de la plaza Oriente, que como siempre, se volvieron escuchar justificaciones del tipo "conspiración judeo-masónica-comunista". La prensa oficial y el aparato propagandístico del régimen calificó lo sucedido de "contubernio" .


LOS MOVIMIENTOS SOCIALES.

Mayor importancia aún que la reunión de Munich lo tuvo el relevo de la oposición política por la oposición de carácter social, tendencia ya apuntada en la anterior etapa. La oposición social tuvo tres motores fundamentales que se fueron relevando con el transcurso del tiempo, al menos en cuanto a su influencia relativa. La Iglesia se distanció del régimen, siendo constantes, a partir de entonces, las fricciones con el mismo. Una parte de la Iglesia católica, cada vez más numerosa, no sólo se distanciaba del régimen, al hilo de lo apertura acordada en el Concilio Vaticano II, sino que también lo critica y pide cambios. Son los años de la HOAC , del JOC y USO, años en que las iglesias sirven de refugio a los obreros y estudiantes, años en los que es habitual la figura del "cura rojo". Estos sindicatos de inspiración católica van a servir de lanzadera del movimiento obrero. En el mundo universitario se generalizaron las protestas contra el régimen. En febrero de 1965 hubo una serie de manifestaciones contra la falta de libertad en la universidad que en algunas ocasiones fueron encabezadas por profesores, los cuales fueron separados de la cátedra, otras veces esas revueltas estudiantiles coincidieron y se unieron a las obreras como en 1969 lo que llevó al régimen a proclamar el estado de excepción La estructura política autoritaria del régimen de Franco era incapaz de resolver armónicamente la alta conflictividad que una sociedad en transformación acelerada estaba generando: surgió un sindicalismo ajeno al oficial - primero de carácter religioso; HOAC y JOC, después sindicatos de clase como CCOO, liderada por Marcelino Camacho, que se infiltró en los sindicatos verticales y aumentó la conflictividad laboral, las huelgas. Las huelgas obreras se multiplicaron y al final del periodo tuvieron especial importancia las denominadas "huelgas por solidaridad" que rebasaban el campo de los estrictamente laborales para significar que el principal factor de conflictividad no era el trabajo, sino el régimen político.

LA OPOSICION DE LA IGLESIA

El Concilio Vaticano II, celebrado en la década de los sesenta, conmovió las estructuras y las conciencias del mundo católico. En este concilio se abogaba por los principios de tolerancia y por el respeto de las libertades y derechos personales. Franco nunca comprendió, ni compartió los principios de Vaticano II. La iglesia española, prácticamente unánime en su apoyo a la dictadura durante los años cuarenta y cincuenta, se dividió en la década de los sesenta. Una parte seguía siendo partidaria del nacional-catolicismo, de continuar la tarea de recristianización de España en contraposición a la política llevada a cabo por la segunda república. Pero hubo otra parte, que asumió el espíritu de Vaticano II y que progresivamente se iba a imponer. La avanzadilla fueron el JOC y la HOAC. Esta segunda línea se aproximaba más a los problemas del mundo obrero, apoyando reivindicaciones sociales y nacionalistas (sobre todo en Cataluña y País Vasco). La figura más destacada de esta segunda línea fue Monseñor Enrique y Tarancón, que llegó a ser presidente de la Conferencia Episcopal española. Él presidió la Asamblea conjunta de obispos y sacerdotes en 1971, de la que salió una petición a las autoridades sobre la concesión de libertades políticas y sindicales, se abogaba por la paz y la reconciliación nacional y se pedía perdón por el papel de la Iglesia desde la guerra civil a la actualidad. Desde entonces la consigna del bunker fue "Tarancón, al paredón". En el mes de marzo de 1974 surgió el conflicto más importante entre la Iglesia y las autoridades franquistas por el caso Añoveros. Este era obispo de Bilbao y pronunció una homilía en la que aludía a las peculiaridades históricas y personalidad diferenciada del pueblo vasco. Las autoridades reaccionaron radicalmente y pretendieron expulsarlo de España. Esta expulsión fue frenada ante la amenaza de excomunión del propio Franco por parte de la Iglesia. Franco, al fin, cedió, pero la ruptura moral con una parte de la Iglesia estaba prácticamente consumada. Y es que la Iglesia española, cuyas cúpulas dirigentes se habían rejuvenecido, habían realizado ya su propia transición cuando llegó el momento de la transición política al morir Franco. De hecho en la transición, la Iglesia española apostó decididamente por un sistema democrático. El viejo problema de la religión en España estaba empezando a solucionarse.

1973-1975 EL PROTAGONISMO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Es la etapa de la crisis del franquismo, donde la crisis económica y la política (Franco se encontraba anciano y enfermo) coinciden. El fin del franquismo se ve cerca y toda la oposición se prepara y realiza movimientos para estar preparados para la llegada del nuevo sistema que la sociedad demandaba. ETA asesina a Carrero Blanco en 1973 con lo que se corta la posible continuidad del régimen, éste reacciona endureciendo su postura y volviendo a una represión durísima. Dentro del régimen aparecen dos posturas claramente diferenciadas; los aperturistas y el bunker. La situación de protesta se generalizó alcanzando desde la Universidad a las fábricas, y las manifestaciones y las huelgas se sucedieron por doquier. Además de conflictos obreros -la represión fue más dura, como el Proceso 1001 contra CCOO-, hubo un incremento de los atentados terroristas y de lucha callejera de extrema derecha protagonizada por el Bunker, y sobre todo, por Fuerza Nueva. El terrorismo de izquierdas de ETA, FRAP o el GRAPO aparece con mucha fuerza. La sociedad dominada por las clases medias, desarrolladas y cultas demandaba cambios democráticos. En Junio de 1974 se constituyó la Junta Democrática que estaba liderada por el PCE de Santiago Carrillo e integró al partido socialista popular de Tierno Galván, Comisiones Obreras y otros partidos de menor importancia y personas independientes (carlistas, García Trevijano...). Poco después se creo la plataforma para la convergencia democrática que estuvo liderada por el PSOE y en ella se integraron también el PNV, algunos partidos regionalistas, Izquierda Democrática de Ruiz Giménez y Unión Social Demócrata del antiguo falangista Dionisio Ridruejo. Las reivindicaciones eran las mismas, salvo que la Plataforma tenía un carácter más federalista y sus reivindicaciones nacionalistas eran más profundas. Al final se unieron en "la Platajunta" . Pero no dio tiempo a nada, porque Franco moría el 20 de noviembre de 1975.
El 20 de noviembre de 1975 murió Franco, dos días mas tarde era coronado don Juan Carlos I como rey de España. En esas circunstancias la transición española va a resultar especialmente difícil, pero se va a llevar a buen puerto gracias al espíritu de consenso que caracterizó a esta etapa, como lo prueba por ejemplo los pactos de la Moncloa o la misma Constitución. Por un lado, los cambios sociales y económicos producidos en la década de los sesenta con la aparición de una mayoritaria clase media demandaban un sistema democrático, por otro, la memoria histórica de los españoles recomendaba que ese cambio o transición se hicieran de una forma pacífica y basada en el consenso para no repetir los errores del pasado.

Imagen de Monseñor Vicente Enrique y Tarancón de blogs.periodistadigital.com
Fuente IES CasasViejas

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