jueves, 4 de mayo de 2017

La democracia se calienta



En nuestra inocencia, allá cuando éramos crios, y nuestros profesores de sociales nos lanzaban sus apologías sobre el sistema, siempre hemos pensado en los políticos como esos adalides de la verdad y la justicia con la vista alzada a lo más alto de la humanidad, como queriéndonos llevar al cielo.
Es un decir, desde luego. A la vista de la imagen, las miras de muchos políticos están puestas más abajo, como sus manos, más pendientes de sujetar lo suyo, que de aliviar las penalidades de los demás.


Las miserias de Donald Trump y su inmadurez ya no son noticia, por más que un día tras otro, los medios de comunicación nos hablen de tweets portentosos, desaires a políticos europeos gestos desaliñados y recuerdos a un pasado marcado por escenas vodevilescas en sus casinos y clubs donde el hoy presidente pone en marcha su show bussines con prostitutas, artistas, financieros y demás gentes dispuestas a que la economía y la política de su país se  discuta a la vista del deseo más carnal, como en la foto.

Como explicaba hace unos días en el Post el politólogo Ralph Heyms, Estados Unidos está siguiendo el camino de la Italia de Berlusconi entrando en lo que se esta dando en llamar una democracia técnica desdoblada.
El término hace referencia a una situación política en la que el país esta en manos de una burocracia muy acendrada, que es la mantiene vivo el país y tomas las decisiones de gestión, casi de forma autónoma, mientras la clase política representativa se desocupa del gobierno de la nación, volcada en medrar y robar unos, y en asaltar el poder otros. Una situación que por un lado facilita que nos sintamos complacidos por vivir en un sistema “democrático”, y que por otra parte entretiene, que duda cabe, mostrando una alternativa de ocio a la vida y milagros de la Esteban, el Matamoros y el Quico Rivera. Que en la variedad esta el gusto, desde luego.

Con todo, los escándalos sexuales de TRBM que se comienzan a airear y su vida de opereta no son más que el resultado de una sociedad desmovilizada que ya hace tiempo ha decidido claudicar de sus obligaciones sociales. Los padres han claudicado en su obligación de educar a sus hijos, mientras no molesten, hacienda de perseguir a los grandes defraudadores, mientras haya pequeños a los que machacar. Los ciudadanos de protestar por los atropellos administrativos, mientras pueda seguir metida en pequeños hurtos (descargas ilegales, facturas sin IVA, aparcamientos sin ticket).
La cultura del “si no hay testigos no hay delitos” se impone, en un declive moral imparable, del que gente como Trump es solo un bufón de esta opera bufa en la que vivimos, y un buen recurso de distracción.

Y con la distracción nos quedamos. Mientras hechos como el que hoy comentamos, atraen la atención del público otras cuestiones, mucho más abajo en nuestra escala de valores se imponen en silencio, estrechando el cerco sobre la vida que creemos haber construido.
A estas alturas seguro que todos habéis oído hablar de un delincuente mucho peor que Trump, aunque haya robado a todos sus conciudadanos bastante menos, en metálico se entiende. Me refiero a Viktor Orban, el primer ministro húngaro empeñado en imponer en su país una ley de prensa que supone la mordaza a la oposición y a todo ciudadano que aspire a ser libre. Y que decir del ministro de cultura, educación y tecnología japonés, Yoshiaki Takagi, que ha presentado un amplio plan de desarrollo de inteligencia artificial en su país, cuyo objetivo confeso es sustituir a la mano de obra emigrante y así limpiar étnicamente el país. O de Sandro Staraglia, el sicario plenipotenciario de Berlusconi en Nápoles, que ha autorizado, apoyado y alentado las milicias ciudadanas que impone el orden en la zona, al margen de la ley y la autoridad competente, y cuyo objetivo siguen siendo los inmigrantes y los campamentos de sin techo. Tres ejemplos de comportamientos radicalmente contrarios a nuestros valores democráticos, que gobiernos legalmente constituidos imponen ante el silencio cómplice de sus conciudadanos.

Hablamos de amoralidad y machismo cuando Trump se desata contra las mujeres, y de pornografia cuando Berlusconi contrata a una italiana de 17 años para que se deje meter mano en una fiesta por 3000 euros. Claro, en esta sociedad sajona y puritana las apariencias mandan. Follar es pecado, pero joder al prójimo solo una anécdota disculpable. Y ahora os pregunto, ¿que es más pornográfico?

No hay comentarios:

Comparte en las Redes

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...