martes, 17 de octubre de 2017

Tema 17. El Antiguo Régimen y la ilustración española



Tras la llegada de los borbones España vivió una segunda época dorada. La estructura del país siguió marcada por los estamentos, el absolutismo y la economía agraria y mercantilista, el llamado Antiguo Régimen, pero la influencia de la ilustración y la nueva monarquía modernizaron muchos aspectos de la cultura, la educación y la economía, recuperando el país su prestigio mundial.





1. EL CONCEPTO DE ANTIGUO RÉGIMEN

Denominamos Antiguo Régimen al conjunto de características políticas (leyes e instituciones), económicas, sociales y culturales (tradiciones, ideologías, creencias y mentalidades) que se iniciaron en el XVI con la España de los Reyes Católicos, y que pervivieron hasta el siglo XVIII. Era un sistema oligárquico y estamental de origen medieval, pero que en el siglo XVIII tomo ciertos rasgos peculiares, en la forma del estado del despotismo ilustrado.
Uno de sus rasgos mas distintivos, y que mas especialmente debes destacar, es que es un sistema oligárquico, de raíz estamental, basado en el sistema de señoríos, en los cuales, los privilegiados sustituían el poder real por su propia autoridad, bien en sus tierras (señorío territorial) o en zonas asignadas por la corona (señorío jurisdiccional), asumiendo funciones propias de un estado (impartir justicia, cobrar impuestos, etc.).


1.1. CARACTERES IDEOLÓGICOS

La España del Antiguo Régimen no era un mundo racional y científico, sino una sociedad basada en certezas indemostrables, en el que la iglesia era la justificación y explicación de todos los hechos (origen del poder y soberanía del rey -teoría del trono y el altar-).
Esta teoría del Trono y del Altar, vital para comprender este régimen, establecía que existe un solo Dios creador, que se revela a los hombres a través de la Biblia. Esta es interpretada por la Iglesia (depositaria del poder y la sabiduría divina) y protegida por el poder del rey, cuya misión es mantener en la tierra el orden deseado por Dios.
Esta teoría proporcionaba al mundo del AR una absoluta estabilidad, dado que solo la Iglesia, como depositaria y administradora de las cosas de Dios, estaba autorizada a interpretar su palabra y decidir si las normas, sagradas o profanas, incluida la ciencia, eran conformes al proyecto de Dios. De ahí se derivaban aspectos tan relevantes como el poder absoluto de los reyes, la existencia de privilegios, la connivencia entre poder político y religioso o la existencia de una sociedad estamental, orden divino que garantizaba la especialización social y la complementación de ls individuos en aras de un beneficio común

1.2. CARACTERES POLÍTICOS

Básicamente, el AR era un régimen absoluto cimentado en el poder de los nobles y los señoríos y justificado por la iglesia. Sin embargo, durante el XVIII, adopto ciertas peculiaridades, en respuesta a la influencia de la Ilustración y al miedo de una actitud menos sumisa de la población, en un mundo, donde la razón comenzaba a abrirse paso. Así nacería el Despotismo Ilustrado, un absolutismo con preocupación por el desarrollo económico y cultural, que empleo algunos métodos ilustrados, pero que estaba limitado en su desarrollo por la protección a los privilegios.
Con todo, el monarca era absoluto en todos los órdenes, no encontrándose limitado por ningún poder. Este poder se ejercía a través de los funcionarios y los señoríos. No existe división de poderes, el rey ejerce el legislativo, el ejecutivo y el judicial. El centralismo administrativo se sostenía en las secretarias de despacho.
Era un sistema afanado en modernizar la sociedad a través de las reformas, pero, como indicaba la frase «todo para el pueblo pero sin el pueblo», sin interferir en las mismas bases del sistema. Como hemos visto en el tema anterior, ello llevaba a no tocar los privilegios, ni la estructura fiscal que permitía la evasión de los grandes propietarios, ni a abordar el mal reparto de la tierra. Por eso, como hemos visto, los ministros de Carlos III utilizaron rodeos, evitando reformas radicales, que a algunos (Esquilache u Olavide), les costaron caro. Así se vendieron baldíos y tierras realengas, se sanearon territorios encharcados o baldíos, pero sin alterar lo más mínimo la estructura de los latifundios. Con ello se aplazaba indefinidamente la necesaria reforma agraria, que hubiera sido la vía más directa para la solución definitiva del problema.
Otra peculiaridad política residió en la desaparición de la vía foral, una vez reducidos los fueros territoriales (que no desaparecidos), tras los decretos de Nueva Planta



1.3. CARACTERES SOCIALES

El AR era una sociedad estamental, donde los hombres se dividen desde su nacimiento en tres grupos cerrados, inflexibles y separados por privilegios económicos (amortización, vincolismo, mayorazgo, propiedad o exención de impuestos), políticos (el ejercicio de jurisdicción y el monopolio del poder central) , sociales (preeminencia y honor para los nobles) y jurídicos (tribunales y códigos legales separados y beneficiosos).
Estos caracteres eran tan fundamentales e importantes, que el descontento de la iglesia por las regalías, el descontento campesino ante las crisis de subsistencia (motín de Esquilache), la negativa nobiliaria a todo tipo de reformas, la confusión entre estado y persona del rey y la influencia de la ilustración, estarían en la base de su crisis en el reinado de Carlos IV.

Existían tres estamentos: aristocracia o nobleza, clero y tercer estado, llamado también estado llano o pechero. Todos ellos eran grupos extremadamente cerrados, al contrario que las clases de la edad contemporánea. Este carácter quedaba garantizado por el sistema de acceso: a la nobleza y al Tercer Estado se pertenecía por nacimiento, y al clero si se lograba acceder a la vida consagrada, a través de los seminarios o por compra de cargos (esto último solo para los nobles).
La aristocracia y el clero eran los estamentos privilegiados, entendiendo esta situación no como de ventaja o favoritismo (que lo era) sino porque tenían leyes privadas, exclusivas para ellos. Vamos a estudiar como eran esos privilegios.

1.3.1- Privilegios económicos

Los privilegios económicos eran la base directa del enriquecimiento. El más importante de todos era la exención de pagar impuestos y la asignación de buena parte del presupuesto público como pago de ciertas funciones; pero, además de esto, hay que considerar un aspecto crucial, la propiedad de la tierra, vinculada y amortizada

La vinculación, un privilegio económico y jurídico, garantizaba el mantenimiento del régimen de propiedad, al asegurar la unión jurídica entre propietario y posesiones, lazo que era indisoluble. Mediante el, el noble no podía perder sus tierras, aunque quisiera.
En una sociedad eminentemente agraria, la fuente más importante de poder emanaba de la posesión de la tierra, por lo que la mejor garantía para perpetuarlo consistía en asegurarse su posesión, impidiendo legalmente la división de la propiedad por venta o herencia. Por esta causa se instituyó la vinculación, en virtud de la cual el propietario de la tierra disfrutaba de sus beneficios, generalmente en forma de rentas, aunque no podía venderla ni repartirla por herencia, según se dijo, aunque lo podía perder por lesa majestad o por finalización de una casa nobiliaria ante la ausencia de hijos. Las vinculaciones eran de diversa naturaleza, aunque existían tres tipos, considerados como los más importantes y frecuentes: la amortización, el mayorazgo y los bienes de propios y comunes; existiendo además las tierras de realengo, la Mesta y las de las órdenes militares.
El mayorazgo estaba relacionado con la vinculación. Era un privilegio que favorecía a las principales casas aristocráticas, en virtud del cual podían conservar intacto su patrimonio generación tras generación. Con este sistema se impedía la venta de la tierra, generalmente latifundios, o su reparto por herencia. El hijo mayor heredaba la totalidad de las tierras de forma indivisible con la obligación de proteger a los hermanos y sus familias.
La amortización es un concepto aplicable a los bienes de la Iglesia, amortizados realmente, o muertos para el mercado. Estos bienes eran el resultado de un proceso irreversible de acumulación que se venía produciendo desde hacía siglos, mediante donaciones y entregas para obras pías. La Iglesia, como entidad que perseguía fines asistenciales y espirituales, podía recibir donaciones, pero no vender lo recibido; de ahí su carácter irreversible. Con ello se producía una acumulación de tierras que, con el transcurso de los siglos, se convirtió en el mayor patrimonio España, detrás del de la nobleza. Este proceso acumulativo era muy perjudicial para la Hacienda pública, al quedar exentos de impuesto las tierras que pasaban al patrimonio de la Iglesia. Con ello, la carga impositiva recaía sobre las tierras restantes, libres o no vinculadas, que por ser cada vez menos eran gravadas cada vez más con las cargas fiscales. Aunque hubo intentos de frenar esta acumulación desde el reinado de Felipe II, solo las políticas desamortizadoras del siglo XIX pudieron solucionar el problema y liberar el mercado de tierras.

1.3.2. Privilegios políticos


El poder jurisdiccional y administrativo que delegaba el rey en los estamentos nobiliario y eclesiástico les proporcionaba directamente poder, e indirectamente la riqueza que el poder mismo conlleva; además de ser la base del sistema señorial. Las funciones administrativas reservadas eran en realidad el privilegio que permitía ejercer el control y la dominación del mundo plebeyo. Este privilegio conllevaba el desempeño en exclusiva de algunas tareas y altas funciones administrativas del reino (corregidores, intendentes, etc.), o el desempeño de los altos cargos o grados del ejército y de la marina.

1.3.3. Privilegios jurídicos

Los privilegios de orden jurídico implicaban el reconocimiento de códigos de leyes diferenciados para cada estamento, así como de tribunales específicos. Con ello se quiere decir que un mismo delito tenía distinta sanción, según el estamento al que se perteneciera.
Además, los individuos de cada estamento debían ser juzgados por sus «iguales», es decir, por tribunales formados por personas de su mismo estamento. Esto es, no existía igualdad jurídica entre los súbditos y no había de unidad jurisdiccional en todo el reino.


1.4. CARACTERES ECONÓMICOS

Es el AR, en suma, un mundo de bajo nivel técnico, asociado a una economía agraria, mercantilista y proteccionista, con inexistencia de propiedad libre de la tierra, y con una grave problema fiscal


El siglo XVIII comenzó con un cambio de dinastía, una guerra civil y una gran revolución política. En esta continuación podremos ver los esplendidos reinados de Fernando VI y Carlos III, plagados de éxitos, desarrollo cultural y económico, y de sombras.






II. LA ILUSTRACIÓN

Denominamos ilustración a la corriente de pensamiento, filosofía y cultura, propia del siglo XVIII. Sus orígenes se encuentran en el desarrollo científico y racionalista del siglo anterior y en las teorías racionalistas de Descartes y empiristas de John Locke. En todas ellas, ya habían aflorado la primacía de la razón humana, la felicidad, el progreso, el conocimiento científico y la igualdad, rechazando las supersticiones y el oscurantismo, propios de la cultura pseudos religiosa de la Edad Moderna y la Edad Media.
Su nacimiento se produciría en Francia, en parte como rechazó a la difícil situación del país (absolutismo radical, fuertes desigualdades sociales de base, como en España, estamental, y desacuerdo de la burguesía con su marginación del poder, cuando controlaba una gran parte de la riqueza, gracias a sus negocios comerciales.
Tres son los grandes autores ilustrados que extendieron estas ideas por toda Europa




John Locke, el filósofo empirista inglés en cuyas teorías sobre la sociedad civil esta la raiz del
revolucionario pensamiento ilustrado, construido por Diderot, Montesquieu, Rousseau y Voltaire


2.1-El Barón de Montesquieu (1689-1755),

Enamorado del sistema parlamentario inglés, nacido de la revolución de Oliver Cromwell, en el siglo anterior, comenzó su carrera con una despiadada crítica al absolutismo en su libro “Cartas Persas”. Tras ello vendría la alternativa. Su libro "El Espíritu de las Leyes" (1748) defendía por primera vez la teoría de la separación de poderes. Defendía la conveniencia de dividir el poder en ese momento en manos del monarca, en tres grandes poderes, que evitaran los abusos, facilitaran la especialidad de las instituciones y defendieran la libertad individual, al controlarse unos poderes a otros, evitando así las ambiciones particulares, la tiranía y los abusos
Esos tres poderes de los que hablaba Montesquieu deberían ser:
El poder legislativo (que representa a la nación que lo elige), que tendría como función el establecimiento de las leyes, y el control del presupuesto, además de la ya dicha representación nacional y el control de los otros poderes.
El ejecutivo, representado por el rey y su gobierno se encargaría de administrar el país.
Por último, el poder judicial, del que serian depositarios los tribunales, seria el encargado de velar por los derechos individuales, dirimir los conflictos planteados entre la población y aplicar la ley y perseguir el delito, aun cuando este sea producido por otros poderes

2.2-Voltaire (1694-1778)


Fue, de todos los ilustrados el máximo defensor del libre pensamiento, la igualdad jurídica entre los hombres y la eliminación de los privilegios de toda clase (gremios, estamentos...). Todo ello le enfrento a los privilegiados, y en particular a la Iglesia, a la que acusaba de oscurantista y dogmática, y, por ende, obstáculo para el progreso y la igualdad. En su obra "Cartas Filosóficas", arremetió contra los gremios, las compañías privilegiadas, el absolutismo, y el mercantilismo, defendiendo como método para acabar con ellos la violencia revolucionaria.

2.3-Juan Jacobo Rousseau (1712-1778),

Resulto ser el ilustrado de más influencia en los siglos siguientes. De el arrancaría la corriente revolucionaria de los jacobinos, temidos por su radicalismo, y mas tarde de los socialistas utópicos. Denuncio en su obra”Emilio” la necesidad de la educación como arma liberadora del individuo, justificando la cultura libre como el medio para socavar los cimientos del Antiguo Régimen.
Se mostró contrario a la propiedad privada, fuente, según él, de todos los males, al promover el individualismo, la ambición y la insolidaridad.
Su obra capital fue "El Contrato Social". En ella defiende que el fundamento del estado es un compromiso de este con el pueblo, por lo que sólo de la voluntad del pueblo pueden emanar las leyes y la soberanía.
Según el autor, creados iguales por Dios, los hombres viven en sociedad y alcanzan la convicción de que precisan organizarse para alcanzar el bien común. Para ello eligen gobernantes y leyes con este fin. Instituciones y leyes a las que ceden voluntariamente su libertad personal. Por ellos eligen a los más justos, honrados o preparados. Pero si los elegidos no actuaran conforme a tales valores, actuaran despóticamente o actuaran sin haber sido elegidos, el pueblo, depositario del poder tiene derecho a revocar su poder, violentamente si fuera preciso.
Este concepto de que la ley es expresión de la voluntad popular, se convertiría en el futuro en el fundamento de la democracia. Estos ideales son un claro ejemplo del origen empirista de la Ilustración y la importancia de Locke, y su concepto de la sociedad civil sobre ella.





El marques de la Ensenada, el gran reformador ilustrado que percibió como nadie
la importancia estratégica de la flota y la necesidad de una reorganización fiscal



Veamos antes de nada como fue la evolución de España y su política en este siglo XVIII


III. LA ILUSTRACION ESPAÑOLA

La entrada de estas ideas en España fue reducida ante el abrumador analfabetismo de la población y lo impermeable de la monarquía ante nuevas ideas que pusieran en cuestión el sistema. Fue también un movimiento de elites, reformador pero no revolucionario y fragmentado territorialmente.
Los ilustrados españoles desarrollaron su labor durante los gobiernos de Fernando VI (en parte) Carlos III (sobre todo) y Carlos IV (menos por le miedo a la Revolución Francesa. Los ilustrados españoles:

- Eran conscientes del déficit presupuestario que hundía al estado, pero solucionarlo e impulsar la economía exigía acabar con los privilegios de nobles y clérigos, que eran la base del A.R. por lo que no acometieron esa reforma.
- Nunca impulsaron reformas políticas, por la razón anterior, y las económicas estuvieron limitadas por el mismo motivo. Además, veían el progreso económico como una manera de acrecentar el poder real (esa era su intención real) , y en segundo plano, mejora la vida de la población.
- Fueron reformistas, no revolucionarios, pues no atacaron las bases estructurales del A.R., solo pretendieron mejorar la vida cultural y económica del pueblo y aumentar y hacer mas sólido el poder de la corona.
- Buscaron reformas que resolvieran lateralmente los problemas del país:

-En lugar de desamortizar, poner en venta o explotación baldíos y tierras del rey (Campomanes y Olavide)
- Fortalecer el estado introduciendo una nueva forma de absolutismo, el despotismo ilustrado (Esquilache o Ensenada).
- Reconstruir el poder naval y la influencia internacional de España, protegiendo sus espacios colonias y vías de suministro (Patiño y Ensenada)
- Racionalización y mejora del presupuesto y la fiscalidad (Floridablanca y Ensenada, el del catastro).
- Impulso a la economía creando compañías privilegiadas, el Banco de San Carlos o las Sociedades de Amigos del País (Jovellanos y Esquilache)
- Impulso a la reforma de la enseñanza, las artes y las letras (Jovellanos, Mayans, Feijoo o Ulloa).

Para comprender mejor la realidad española del XVIII, vamos a repasar algunas de las actuaciones y políticas desarrolladas durante el siglo. Como sabes cinco fueron los reinados borbónicos del siglo:

Felipe V, que sentó las bases del nuevo estado en los decretos de Nueva Planta
Luís I, su hijo, de reinado muy breve
Fernando VI, hijo del primer matrimonio de Felipe V, que defendió la neutralidad española, reorganizo la hacienda e impulso la cultura
Carlos III, hermanastro del anterior, en cuya primera época se concentro la mayoría de las reformas ilustradas del siglo, pero suyo combativo espíritu anti inglés, desbordaría la capacidad financiera de la corona
Carlos IV, su hijo, bajo cuyo gobierno se iniciaría la degradación política y el final del Antiguo Régimen.
La falta de profundidad y coherencia en la política ilustrada del siglo se percibe en el ámbito de la cultura. El intento mas serio de reforma universitaria se produciría bajo el gobierno de Carlos IV. Pretendió poner fin a la enseñanza escolástica e impulsar la investigación y las ciencias experimentales y a la tecnología. La oposición de los jesuitas y la corrupción, impidieron el avance.
Las letras y las artes fueron elitistas. Un pueblo culto hubiera sido peligroso, así que se mantuvo una cultura basada en la tradición, el oscurantismo y el analfabetismo. Solo algunos intelectuales, como Gregorio Mayans o el padre Feijoó, denunciaron el atrasado sistema de enseñanza y la falta de reflexión y de crítica.

Entre las iniciativas culturales más importantes se encuentra la fundación de instituciones de carácter científico y de Academias, como las de la Lengua o la de la Historia.
Las expediciones científicas fueron importantes. Dos científicos españoles, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, participaron en el viaje de La Condamine, que exploró el Perú y que consiguió la medición del grado terrestre en el Ecuador. Hubo Se sucedieron varias expediciones hacia América del Norte y del Pacífico, con fines geográficos y científicos, entre los que tuvo especial relevancia la botánica.







3.1. El reinado de Fernando VI (1746-1753)



La figura clave de este reinado marcado por la neutralidad exterior y la preocupación cultural fue el marqués de la Ensenada, que acumuló en su persona casi todas las secretarias. Sus esfuerzos se encaminaban a reforzar el Estado absoluto, mediante un crecimiento económico que permitiera modernizar al país, y devolver su papel de primera potencia. Para ello era imprescindible defender y potenciar el imperio colonial, y para ello era necesario un sólido poder militar. Ello fue la causa de un largo periodo de paz, necesario para afrontar reformas Su gran proyecto fue la reforma fiscal. Intento eliminar el complicado sistema de impuestos e imponer el modelo del catastro, un impuesto único sobre las propiedades y las rentas, que incluiría a los estamentos privilegiados. En 1749 comenzó el inventario de la riqueza nacional, el llamado Catastro de Ensenada, que choco pronto con las protestas y presiones de los privilegiados, que medio paralizaron el proyecto.
Sí logó aumentar los ingresos recuperando impuestos cedidos a los señoríos, prohibiendo la venta de bienes de la Corona y aumentando la aportación de la Iglesia (una medida esta claramente regalista). En el campo económico fue positivo el impulso a la economía con eliminación de los impuestos que gravaban el tráfico interior de grano liberalizando el comercio colonial.
Otra de las medidas estrella fue el fortalecimiento de la armada. Potenciando los astilleros, las fabricas de armamento y las academias de marinos y pilotos. Sin embargo, pese a que la medida era necesaria para la fortaleza colonial, y era coherente con la política de alianzas con Francia (pactos de familia), favoreció la formación de un grupo de oposición pro británico en la Corte, que convenció al rey de que la política de Ensenada era una provocación a Inglaterra, que nos conduciría a la guerra. En 1754 el ministro fue destituido, y el nuevo gobierno, más conservador, paralizó las reformas de Ensenada.




3.2. Carlos III (1759-1788).



Había sido rey de Nápoles, hasta que la muerte sin hijos de su hermanastro Fernando VI, le trajo a España.
Potencio los pactos de familia, con el fin de mantener un aliado que permitiera hacer frente a la amenaza inglesa y también permitir la venganza contra ese país, que le había humillado durante su estancia como rey en Nápoles.
Pese a sus inicios neutralistas, arrastro al país a dos importantes guerras. Primero a la de los Siete años (1761-1763), por el control del Canadá, y que acabo en un grave desastre. Tras ella, intervino junto a Francia en la Guerra de independencia norteamericana (1779-1783). En ella las victorias de Galvez en Mobile y Pensacola y la derrota de la armada británica en Whigt y Azores permitieron la derrota inglesa. Fue una victoria amarga, por cuanto inicio un ciclo de deudas aterrador, solivianto la animadversión inglesa y sentó el precedente de la independencia de una colonia, hecho que luego se volvería contra nosotros.
A nivel interno, muchas fueron las reformas impulsadas:

En el terreno agrario, Olavide impulso la colonización interna de baldíos, la explotación mas racional de la tierra, y realizó propuestas sobre la expropiación de tierras no explotadas por la iglesia, hecho que le costaría el cargo. Esquilache, poco después liberalizaría el mercado de grano. En consonancia se propuso la reducción de privilegios de mesta y nobles.

Se fomento la artesanía, mediante la construcción de infraestructuras, protegiendo su actividad de la intromisión extranjera. Se crearon fábricas reales (del estado) en la construcción naval, armamento y productos de lujo; las llamadas Sociedades de Amigos del País (asociaciones de elites regionales) ayudaron a la inversión en tecnología, trajeron técnicos y analizaron los problemas del país, estudiando soluciones.
El comercio de vio beneficiado por una flota que protegía el tráfico colonial. El interior siguió escuálido por la falta de caminos, la baja renta de la población, la falta de una moneda única y las aduana internas
Fiscalmente se siguió con la política de simplificación del sistema, la extensión de impuestos y el presupuesto. Ello se vio favorecido por las regalías (el privilegio real de controlar la iglesia, sus cargos y su hacienda). Sin embargo, las guerras y la decadencia demográfica y económica de fin de siglo endeudaron al país, hasta el punto de obligar a crear una institución encargada d gestionar, emitir y amortizar los vales reales: el Banco de San Carlos.

Posiblemente el mayor esfuerzo reformista se llevo a cabo bajo el gobierno del secretario de despacho Esquilache. Liberalizo el mercado de granos, apoyo la renovación tecnológica, intento frenar el poder de los gremios, que coartaban la innovación, aumento el control de ingresos y gastos, y aumento aquellos con la creación de la lotería primitiva.


Fue en general un gobierno marcado por el Despotismo ilustrado. Era un sistema político que partía del concepto del Estado absoluto, de la soberanía real exclusiva, pero hacía hincapié en el papel del gobernante como benefactor de su pueblo y como impulsor de las reformas necesarias para el progreso. La política era concebida en beneficio del país, pero sin contar con él, según el axioma «todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Pero todas estas medidas no eran revolucionarias, si querían mejorar la situación económica, era ante todo para fortalecer al Estado. Los ministros que criticaban los efectos negativos de los privilegios estamentales, no estaban dispuestos a cuestionar las bases mismas de la sociedad del Antiguo Régimen, con lo que las reformas serian poco productivas, al no atacar la base misma de los males del país.
Hasta 1765, Carlos III mantuvo a los secretarios de su hermanastro, creo una nobleza nueva (de servicio, frente a la tradicional o de sangre) formada por burgueses y técnicos ascendidos, y puso al frente del gobierno al marqués de Esquilache. Ello facilito un programa reformista, que ya hemos desgranado en las líneas anteriores. Esquilache ataco la amortización de tierras, los privilegios fiscales de la nobleza y la Iglesia y las trabas al desarrollo del comercio. En base a ello tomo medidas, como la recuperación de señoríos para la Corona, o el estudio de nuevo la introducción de un impuesto único.
En 1765 se decretó la libertad de precio del trigo, con el fin de estimular la competencia. La medida, necesaria e inspirada en las teorías fisiócratas de Francis Quesney, choco con un año de malas cosechas, y con la escasez en el mercado por el acopio por parte de los especuladores, lo que hizo que se dispararan los precios y apareciera el hambre. La medida se tradujo en una gran descontento, que acabo en disturbios graves, alentados por los sectores mas conservadores, enemigos de reformistas como Esquilache, y que veían en el secretario, a un enemigo de sus privilegios y su status. El intento de Esquilache de eliminar la vestimenta tradicional madrileña, que amparaba la suciedad y el anonimato, fue la chispa de una autentica rebelión, en la que los privilegiados presentaron al político como un extranjero contra las tradiciones nacionales.
Estallo en marzo de 1766 en Madrid, y es conocido como el motín de Esquilache. Las consecuencias del motín fueron importantes. Carlos III despidió a Esquilache, y puso al frente del gobierno al conde de Aranda, un conservador. La revuelta fue aprovechada para justificar la expulsión de los jesuitas, de los que se recelaba de su poder, de su dependencia del papa frente al rey, empeñado en una política regalista, de su influencia educativa, y de sus grandes propiedades.
A partir de 1766, Carlos III dio un giro político muy conservador, evitando desde entonces cambios radicales, y abandonando su política ilustrada, al menos con la intensidad anterior, ante el miedo a las clases populares, y a perder el apoyo de la nobleza y de la Iglesia.
Cuando el rey murió, en diciembre de 1788, el impulso reformador ya se había perdido, y parte de los ministros ilustrados, como Jovellanos o Floridablanca, ya mayores, habían adoptado posturas mas moderadas.




IV. LA POLÍTICA EXTERIOR DE LOS BORBONES

Aunque ya lo hemos estudiado en el tema anterior, y hemos incluido una cita en las primeras líneas de este tema, no estará de más que repasemos la situación internacional, para comprender mejor la evolución de la ilustración en España.
Tras el Tratado de Utrecht, el papel internacional de España cambio. Liberada de la carga de su imperio europeo, España se concentro en la defensa de su imperio colonial, y en la recuperación de posesiones estratégicas: Italia, Menoría y Gibraltar. En todos los casos el enemigo era Inglaterra y el aliado natural, Francia, que ya le había apoyado previamente, que tenia cuentas pendientes con Inglaterra, y que era la cuna de los Borbones. Así nacería una serie de alianzas militares entre ambos países, conocidos como Pactos de Familia.
El primer fruto de esta alianza seria la conquista del reino de Nápoles y Sicilia y su entrega al príncipe Carlos (hijo del segundo matrimonio de Felipe V). Tras ello, los incidentes contra los británicos, que amenazaban de forma creciente el comercio colonial, fueron continuos y desencadenaron una guerra colonial contra Gran Bretaña entre 1739 Y 1749.
En 1743, estallarla una nueva guerra entre ambas potencias, por motivo de la sucesión al trono austriaco. Por la paz de Aquisgrán de 1748, España afianzaba su posición en Italia, al conseguir para otro hijo de Felipe V los ducados de Parma y Piacenza. Pero no se recupero Gibraltar, ni se desarmo a Inglaterra, por lo que el problema persistía.
El reinado de Fernando VI fue un periodo de paz, en el que la diplomacia supo defender los intereses nacionales. A su muerte, España la Hacienda estaba saneada y la flota de guerra era mucho más poderosa, gracias a Ensenada
Carlos III, por motivos personales, como ya hemos contado, tomo, desde el principio, un camino belicista. Nada más llegar al poder, firmó con Francia el tercer pacto de familia (1761), y entro en la Guerra de los Siete Años contra Inglaterra. Mal preparada, la guerra terminó con un fracaso relativo: la paz de París obligaba a Francia a entregar sus colonias del norte de América. España, que quedaba sola en la defensa del imperio colonial, debía, además, entregar la Florida a Inglaterra, a cambio de la Luisiana francesa.
En 1776 estalló la guerra entre las colonias inglesas de América del Norte y Gran Bretaña. España entró en el conflicto, arrastrada por Francia, en apoyo de los Estados Unidos. Esta vez el resultado fue algo más positivo: el nuevo Tratado de París de 1783 obligaba a Inglaterra a devolver la Florida. Además, la guerra había permitido recuperar Menorca, aunque no Gibraltar.
En conjunto, la política exterior española, antes de 1790, tuvo resultados dudosos. Durante muchos años se concentró en un objetivo dinástico, en Italia, que nada tenía que ver con los intereses españoles. Después, los pactos de familia permitieron un papel activo, pero a menudo arrastraron al país a conflictos de los que no pudo sacar un gran provecho. Pese a todo, el objetivo esencial, el mantenimiento del imperio colonial, pudo alcanzarse, sin demasiadas pérdidas, y sin que en ello tuviera apenas peso el apoyo naval francés. En la década de 1780, sin embargo, el endeudamiento producido por la última guerra amenazaba el futuro.

Durante el siglo América siguió teniendo un papel por tanto decisivo en la política y la economía española. Las compañías privilegiadas controlaban el comercio colonial que tenia su base en el puerto de Cádiz. La base del comercio siguió siendo la plata, la manufactura europea y las materias primas.
La sociedad tendió a jerarquizarse introduciéndose dos fenómenos que serian relevantes en la posterior independencia, la introducción de esclavos por tratantes europeos y el dominio de las elites blancas sobre la población mestiza e indígena.
Los años finales del siglo estuvieron marcados por el incremento de la explotación colonial y aumento del control administrativo (exclusión de los criollos de la administración colonial, prohibición de la venta de cargos y concesión de altos mandos en audiencias, gobiernos locales y corregimientos solo a españoles). En la misma línea, se expulsó a los jesuitas, contrarios al regalismo, se incrementaron los impuestos y los monopolios estatales y, desde 1778 se introdujo el libre comercio para la mayor parte de los puertos peninsulares. Todo ello, unido al ejemplo liberal de los nacientes Estados Unidos comenzaron a crear un clima de malestar creciente entre la población colonial, que aprovecharía el vació de poder de principios del XIX para luchar por su independencia. Ya en 1780-1781 se produjo una importante rebelión en Perú y Nueva Granada, iniciada por los criollos, pero que pronto se convirtió en una sublevación indígena (liderada por el inca Tupac Amaru), que fue aplastada tras una larga resistencia, pero que dejo abierto el camino para intentos posteriores.


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