jueves, 17 de mayo de 2018

El vuelo del Halcón



No es raro ver sobrevolar el aeropuerto de Parayas, en Santander, drones, para revisar las pistas y ahuyentar a las aves que pueden poner en peligro las operaciones aéreas. Si los pájaros no ponen pies y polvorosa, y hay un avión cerca de salir o entrar, la pirotecnia es un recurso. Pero ninguno de los métodos es habitual. El más efectivo, natural y sostenible es la vigilancia con aves de presa, un método muy extendido en España.


Dicen que el origen de esta práctica se remonta a finales de los años sesenta, cuando los mandos militares de la base norteamericana de Torrejón de Ardoz temían más al efecto sobre sus aparatos de las aves en tránsito por el aeropuerto que a los misiles soviéticos.

Preocupados por la situación, los mandos estadounidenses consultaron, entre otros, con el conocido naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, quien les aconsejó, como mejor método, el uso del ancestral arte y deporte de la cetrería para mantener los cielos limpios en los aterrizajes y despegues.

Puesta en práctica, el método fue un éxito, exportándose poco después al aeropuerto de Barajas, después a Barcelona, alcanzado en la actualidad los 33 aeropuertos con servicio de cetrería de manera casi permanente.

En los grandes aeropuertos, como Madrid, Barcelona o Palma se cuenta con casi una docena de cetreros profesionales y más de 30 aves para la vigilancia permanente y el cuidado y adiestramiento de estas aves. En los pequeños las plantillas son más reducidas o se cuenta con el apoyo ocasional de las asociaciones regionales de cetrería.

Son gente importante, hasta el punto de ser el único personal autorizado, junto a bomberos y señalizadotes, para circular por las pistas en sus coches, con sus altaneras de aves como pasajeros.

El Aeropuerto Seve Ballesteros – Parayas, de la capital cántabra es uno de los afectados por los vuelos de aves, al estar construido sobre una zona de marisma, cerca de una ría y próximo a un vertedero y, por tanto, zona de paso de aves.



Óscar Durán con una de las aves que utiliza para la protección del aeropuerto. / (D.IGLESIAS)


El servicio comenzó en 2006, prestado por la empresa Nebil de Aranda de Duero, poco antes de la ampliación del aeropuerto de 2010, y tras el “fracaso” de un sistema de disuasión acústico que no tuvo éxito. En la actualidad el cetrero oficial de Parayas es Óscar Durán, quien posee una “flota” compuesta por Azor, halcón peregrino, halcón de barbarie, halcón aplomado, cernícalo americano, harris y búho real.

La razón es que cada situación requiere un tipo de rapaz distinta, dado que las pistas de este aeropuerto pueden ser invadidas por casi 70 especies diferentes, usándose, por ejemplo halcones grandes o harris hembras para las gaviotas y azores para las más rápidas.

Mimadas y bien entrenadas, las aves en vigilancia se encuentran en una pequeña instalación entre la torre de control y una de las cabeceras de pista, desde donde actúan en casos puntuales o realizan pasadas “disuasorias” y para calcular su efectividad.




Imágenes David Iglesias

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